domingo, 4 de septiembre de 2011

MALA PÉCORA CABREADA

Hoy estoy cabreada. Muy cabreada. Me odio. Te odio. Lo odio. Os odio. Hoy me estoy cagando en la madre que me parió, en la vecina de enfrente y en el gilipollas que cruza sin mirar. Lo bueno es que me ayuda a liberar tensiones y como soy una tía puedo seguir argumentando que es a causa de la regla. Adorada menstruación, ¿qué haríamos sin ti las pasivo-agresivas como yo?
No, en serio. Estoy de un humor que te cagas. A los angelitos que tiene mi abuela en el salón les ha venido de un pelo de no ser lanzados por la terraza, lo cual hubiera sido una gran suerte para ellos, porque son más feos que un chiwaka recién nacido.
Gracias a vete a saber tú qué me he conseguido controlar y no he hecho algo de lo que después pudiese haberme arrepentido. Sí, soy una jodida cobarde, sólo me sale un humor de perros de niña malcriada y consentida, acentuado por la excusa idiota del periodo. Las personas siempre tienen que darme motivos, algún reproche... A veces, si me encuentro con suficiente fuerza de voluntad, basta con un comentario inoportuno para poderles responder con una retahíla de opiniones desagradables sobre esta mierda en la que vivimos, sobre la corrupta clase política o sobre ellas. O para enviarlas directamente a la mierda.
Hoy tendrían que haberme pinchado un poco más, coño. Ni siquiera esta frustración e ira que siento pueden darme algo de coraje para chillar cuatro verdades. Que lo son, como mínimo para mí. Qué gilipollas soy, joder.
Sí, como habréis podido observar también me da por soltar más tacos de lo normal.

Que se jodan. Y vosotros también. Debería argumentar esta histeria, pero como habréis comprobado no estoy muy fina y no me apetece explicaros por qué. Así que mejor iros a la mierda.

Señora X


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